Querido
señor Presidente: es usted un hijo de puta. Usted y sus ministros. Se
lo digo así, de entrada, porque sé que nunca va a leerme, como nunca lee
usted libros, ni nada más que periódicos deportivos como usted mismo ha
confirmado, jactándose, como buen español de ser un ignorante. No se
engañe, por eso lo han votado tanta gente. Perdonen los demás el
exabrupto, pero es que está demostrado que somos lo que nuestros padres
nos han educado, y si usted y sus ministros son como son, es porque sus
madres muy bien no lo han hecho. A pesar de los colegios de pago, de
pertenecer a la oligarquía de épocas dictatoriales, etc.
Verá
usted, señor presidente. Lo que más me molesta no es que usted sea un
bastardo malnacido, sino un ignorante, y sobre todo un mentiroso. Se
presentó a unas elecciones diciendo que no haría cosas que ahora hace.
Dijo hace tiempo que la posibilidad de una amnistía fiscal le parecía
injusta y absurda, y no ha tardado ni tres meses enrecurrir a esta medida de forma injusta y absurda,
como señala el diputado de IU Alberto Garzón al que usted y sus
secuaces ningunean como a cualquier otro que no sea seguidor suyo. Ésa
es la democracia que ustedes entienden, ignorar a los representantes de
la ciudadanía que no les afín. Usted dijo que la Sanidad y la Educación
no se tocaban, y la han tocado pero bien. A la banca nada, y eso que los
grandes expertos en economía señalan que, o le metemos mano a sus
amigos de las finanzas, o nos vamos a pique.
Le
voy a explicar unas cuantas cosas dado que usted es un ignorante que
lee prensa deportiva en lugar de libros de historia, economía o
política. Durante los años 20 hubo gente que tuvo la genial idea de
crecer mucho, por encima de sus posibilidades como ahora tienen ustedes
tan de moda decirnos. Tanto que incluso a Churchill, para salir de la
situación de postguerra, se le ocurrió revalorizar la libra, lo que
trajo bajada de sueldos y aumento de las horas de trabajo. No sólo no se
creció por encima de lo esperado sino que destruyó la posibilidad de
crear un modelo sostenible de crecimiento basado en el consumo, lo que
permite terciarizar una economía y hacerla verdaderamente competitiva.
Eso es ser un país desarrollado y no ganar mundiales de fútbol. Cuando
llegó la crisis del 29 y la posterior recesión mundial en los 30, en un
país tan poco sospechoso de socialista, comunista o lo que ustedes
quieran, como EEUU, decidieron adoptar una cosa llamada New Deal,
que consistió, entre otras cosas, en subir los sueldos y bajar las
horas de trabajo. Como consecuencia, había más puestos de trabajo para
cubrir esas horas de menos, y los que salían de su trabajo lo invertían
en consumo, lo que reactivó la economía y permitió al país dar un
definitivo empujón hacia arriba para salir victorioso de una Guerra
Mundial que libró en tres continentes.
Lee el artículo completo : http://elhombrebizantino.wordpress.com/2012/04/22/el-presidente-del-pas-de-los-horrores/
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